Por Antonio Ruiz Valdivia, vía https://www.huffingtonpost.es
Iñigo Errejón está de vuelta en el Congreso. Pero nada es igual a la primera vez que entró tras las elecciones de 2015. Ni siquiera está bajo las mismas siglas y ahora ve desde atrás sentados en primera fila en el banco azul a Pedro Sánchez y Pablo Iglesias. A él no le han ofrecido ningún puesto en ese Ejecutivo progresista y apoya desde fuera a ese Gobierno, al que le pide empujar y ser más valiente.
No se arrepiente, confiesa, de haberse presentado el 10-N. Errejón (Madrid, 1983) está convencido de aquel paso, aunque confiesa que aspiraba a más escaños -sólo han logrado tres- y que hay que hacer autocrítica. Destierra las teorías de la conspiración de que fue Moncloa la que alentó el movimiento: conoce poco a Pedro Sánchez y nada a Iván Redondo. Y rechaza que Más País sea flor de un día, es un proyecto a “largo plazo”. Cree que la simpatía que despertó el proyecto no se materializó luego en más votos por el contexto del miedo. Es su análisis.
El Errejón de 2020 admite que mira ahora las cosas con más distancia y madura: “No siempre la mayor implicación emocional produce más eficacia”. Y ha sacado tiempo durante estos meses para plasmar en el libro Qué horizonte. Hegemonía, Estado y Revolución Democrática sus conversaciones con Álvaro García Linera, ex vicepresidente de Bolivia. Días de presentaciones y arranque de las Cortes… y cuando llega la noche, no todo es política, se sumerge a leer sobre su actual obsesión: el siglo XIX español. Salpicándolo con algo de reggae y ska.
¿Cómo es volver a la casa del Congreso otra vez?
Muy bonito, tenía ganas. Suceden muchas cosas en el Congreso, es apasionante. Pasé un tiempo en los últimos meses aquí en los que estaba pero no tenía casi autonomía ni posibilidad de tomar la palabra en la tribuna y hablar. Esta legislatura es una inmensa oportunidad para que empecemos a reconstruir lo que las políticas injustas del neoliberalismo han estado rompiendo durante los últimos años. Siempre lo digo, esta oportunidad estaba vigente desde 2016. Se fue desaprovechando y conforme ha ido pasando el tiempo teníamos posibilidades en peores condiciones. Se ha formado un Gobierno de coalición progresista, pero en muchas peores condiciones que si se hubiera hecho hace tres años. Ahora lo importante para nosotros es ver la botella medio llena, es decir que nunca es tarde si la dicha es buena. Nos hubiésemos ahorrado mucha separación entre Cataluña y España, 52 diputados de la extrema derecha aquí… Pero hoy hay una inmensa oportunidad y hay que aprovecharla. Para mí es un honor formar parte del bloque que humildemente va a empujar en un sentido de equilibrio social y ecológico y de justicia. Hay mucho que hacer.
Se ha formado un Gobierno progresista pero en peores condiciones que en 2016
Por cierto, ahora sí triunfan sus tesis de hace unos años de un acercamiento al PSOE, que no se veía en su partido. Hemos visto esta semana por primera vez en el Congreso un Gobierno de coalición tras la II República. ¿Qué sintió al ver en el banco azul a Pedro Sánchez y a Pablo Iglesias al lado?
Que hay una gran oportunidad, me alegro de que mucha gente haya aceptado que la única posibilidad de avanzar en España es la colaboración entre fuerzas progresistas. Cuando yo proponía eso otras veces en el pasado, se decía que era porque tenía ganas de pisar moqueta o que me ponía demasiada chaqueta. Bueno, me alegro de que esas posiciones hayan cambiado. No hay que dejar pasar la oportunidad y aprovecharla, pero no para los partidos. Eso es lo de menos. Hay que hacerlo porque en España se ha roto la confianza en el futuro. Somos de una generación que se ha acostumbrado a vivir con los bártulos en cajas permanentemente porque no sabe cuándo se va a tener que mudar de casa o cuándo lo van a echar del curro. Con vidas metidas en las maletas y fragmentadas todo el rato. Hay que reconstruir la posibilidad de llevar vidas dignas y en orden y volver a tejer nuestro país para que los españoles puedan mirar al futuro con calma.
¿Tejer país es aplaudir al rey? ¿Aplaudiste al rey?
No.
¿Por qué?
Me levanté respetuosamente porque vine al acto de inauguración formal de las Cortes. Sólo le conozco de una vez que hemos hablado, tengo que decir que me produjo una gran impresión y fue una charla muy larga, interesante y amistosa. Pero soy demócrata y creo que a los jefes de Estado hay que votarlos. Por tanto, muestro todo el respeto, no aplaudí. He de decir que el discurso no estuvo a la altura, que solo habló de la necesidad de que los partidos se entiendan y se dejó fuera toda la parte social. En mi opinión, hoy en día uno no puede dar un discurso sobre los retos de la España del futuro sin hablar de violencia machista, alquileres, precariedad, pensiones, el campo que se vacía, el combate contra la emergencia climática.
A los que sí vimos aplaudir fue a los ministros de Unidas Podemos…
Si lo llego a hacer yo… Bueno, supongo que están en el Gobierno y que son cosas que han considerado que tiene que hacer el Gobierno. Me parece una cosa legítima.
Estaba junto al rey la princesa de Asturias. ¿Crees que verás una república en España o a Leonor reinando?
España tiene importantes transformaciones democráticas por delante, también lo que tiene que ver con la Jefatura del Estado. Antes decía que no vengo de esa tradición, no soy monárquico, pero no creo que sea esa prioridad hoy. Asegurar la democracia en España y que rehagamos el contrato social es, por ejemplo, garantizar que en nuestro país tu futuro no dependa del código postal en el que naces, del dinero de tu familia o de si tienes un amigo poderoso que te echa una mano. Eso es prioritario. Cuando hayamos asegurado eso o en el proceso de hacerlo, queremos discutir la forma de Estado… Pues si se discute, mi postura la tengo clara. A los representantes hay que votarlos. Pero considero que lo que hay que garantizar es que la gente encare el futuro sin miedo.
El discurso del rey no estuvo a la altura
Esta Cámara cuenta con el mayor número de diputados de ultraderecha de su historia. ¿Qué ambiente se respira? ¿Cómo ves el hecho de tener 52 diputados de Vox en el Hemiciclo?
Tenemos que tener cuidado con la discusión sobre Vox porque no podemos permitirle que paralice la vida política de la legislatura. Y la paralizan no sólo votando en contra, que tienen todo su derecho proponiendo sus tonterías, sino que la emergencia de la extrema derecha nos conduzca a olvidar los problemas fundamentales y a centrarnos otra vez en una pelea de progres contra carcas. Los problemas de nuestro país tienen que ver fundamentalmente con la justicia social. Cuando Vox propone el pin parental, no está haciendo solamente un acto ideológico, está acompañando a toda una corriente histórica que tiene como voluntad golpear a la escuela pública. Y en segundo lugar, forma parte de un movimiento que califico como el separatismo de los ricos.
¿En qué consiste?
Viene a decirnos, y el PP y Cs se apuntan a esa corriente, que en realidad la libertad es una cosa que solo se pueden pagar algunos y que en una sociedad somos más libres cuanto más nos podamos aislar. Los ricos viven cada vez más en urbanizaciones más separadas, en colegios y hospitales donde solo pueden acceder ellos, planes de pensiones privados, quieren pagar menos impuestos y tienen menos compromiso con su sociedad. Las libertades que son sólo para los que se las pueden pagar son privilegios.
Un separatismo de ricos pero al que le siguen ya más de tres millones de votos. Esos electores no son todos ricos…
Total, total. Es muy importante lo que dices porque se ha vendido la idea de que no nos podemos salvar todos. Hoy en día, en cualquier plataforma hay muchísimas series y pelis de ciencia ficción. Ni una se atreve a mostrar que el futuro será mejor. Es como si tuviéramos la sensación de que esto no da más de sí, de fin de ciclo, el planeta nos lo estamos cargando, socialmente cada vez hay más inestabilidad. Tenemos una tarea difícil que es decir que podemos salir de esto juntos y frente a eso hay otro mensaje más rápido y fácil que va al unísono de la cultura de nuestro tiempo: sólo hay salvación por ti mismo y te propone a alguien a quien pisar para levantarte.
Es muy curioso que las formaciones reaccionarias, Bolsonaro, Trump y Vox siempre necesitan un enemigo interno que mantenga a la gente cohesionada en el miedo y en el odio: los catalanes, los menas, el feminismo. Nunca se les ocurre apuntar a los más poderosos. El señor Abascal fue el otro día a la manifestación de agricultores y le insultaron. Nunca se atreverá a alzar la voz contra una cadena de valor que hace que te paguen 50 céntimos y que luego el producto valga 5 euros sin tú llevarte nada. A los de arriba nunca los miran, sino a los de abajo. Es como una especie de patriotismo de la mezquindad moral, del rencor. Ahora bien, Vox nunca hubiera entrado con esa fuerza en el Congreso de los Diputados si no se hubiesen despreciado las ocasiones que tuvimos de hacer un Gobierno progresista. Es también un resultado del resquemor con la política que han producido estos años de bloqueo.
¿Va a durar la legislatura cuatro años? ¿Crees que el Gobierno va a estar lo suficientemente cohesionado y el bloque que lo apoya?
El Gobierno tiene que entender que ni siquiera con la coalición tiene mayoría, lo que le va a requerir una cultura del acuerdo. El otro día se actualizaron las pensiones, por cierto hay que subir las más bajas, y se incrementó el sueldo de los funcionarios mediante real decreto. Muchos grupos les dijimos que hay que empezar a traer las cosas para que se trabajen en el Congreso. Recuerdo cuando Pedro Sánchez decía que Rajoy gobernaba con reales decretos y quería devolver al Parlamento la centralidad de la vida política del país. El Gobierno debe entender que tiene que negociar con actores muy diversos, nosotros le vamos a empujar a que sea valiente y se atreva. No nos basta que sea un Gobierno que choque con la derecha. Claro, la derecha se ha echado tanto al monte que, comparados con ellos, este Gobierno parece el Frente Popular.
No nos basta que sea un Gobierno que choque con la derecha
El termómetro de si el Gobierno lo está haciendo bien o mal no puede ser que se enfaden los otros. Tiene que ser un Gobierno que se atreva y a veces para hacer tortillas hay que cascar huevos. Se tiene que atrever en materia de justicia social y en transición ecológica en la economía. Si lo hacen, nosotros les vamos a seguir acompañando. Creo que entramos en una etapa de estabilización, en la que ya lo electoral y las prisas no son lo más importante. Y esta etapa se caracteriza por una paradoja: se ha avanzado institucionalmente y se ha retrocedido culturalmente. Las fuerzas progresistas tienen más peso y poder institucional y, sin embargo, en la discusión política en España son ellos los que plantean los grandes temas. Es como si se hubieran invertido los términos. Hay que prepararse para un combate de ideas democrático, largo y sostenido. La enmienda que le están haciendo a la totalidad estas derechas radicalizadas es básicamente desmontar el contrato social para sustituirlo por el que se pueda pagar las cosas se las paga y el que no, sálvese quien pueda.
Haciendo un flashback. Se hablaba de incluso 15 o 20 diputados de Más País y luego conseguisteis tres. ¿Te arrepientes o estás convencido de aquella decisión?
Esto convencido y además creo que en política, permíteme la broma, pero creo que si no hubiéramos dado el paso, hoy habría un consenso amplísimo entre tertulianos, analistas y políticos de que habríamos desaprovechado una inmensa oportunidad. Nosotros lo dimos y en un momento en el que toda la información disponible apuntaba a un resultado mejor del que hemo tenido. Es verdad que con muy poquitos recursos con el resto de formaciones y poca arraigambre organizativa fuera del País Valenciano y Madrid. Dimos un paso adelante y conseguimos tres diputados, hace seis meses teníamos cero. Aspiramos a un resultado mejor y, por tanto, hay que hacer autocrítica. Estoy haciendo todos los días asambleas rindiendo cuentas y escuchando a los compañeros. Pero creo que hicimos bien. Hay cosas que se notan. El otro día pasó una anécdota pero creo que es reveladora. Este Gobierno necesita fuerzas políticas que lo apoyen pero que tengan autonomía ideológica. Somos parte del bloque, pero no somos Gobierno. ¿Qué significa eso? Que le podemos marcar una parte de las tareas con plena libertad y que no solo el cuestionamiento le llegue por la derecha. El otro día tuvimos un ejemplo, en una cuestión que fue menor pero que es reveladora. Se votó en la Junta de Portavoces…
El tema de ‘Billy el Niño’.
Sí. El tema de Billy el Niño, el torturador González Pacheco, para que se pueda revelar información sobre su hoja de servicios, su credencial. Nosotros votamos a favor de que se revisara el criterio y esa información fuera pública. Es un torturador y me pilla muy cerca: detuvo y torturó a mi padre. Votamos claramente marcando un posición progresista que no estaba de acuerdo con el Gobierno. Unidas Podemos rectificó muy rápido y de forma muy loable. A ver qué hace el PSOE porque la discusión vuelve a la Junta. Es necesario que haya fuerzas que apoyen al Gobierno pero tengan independencia, que acompañen y marquen horizonte. Que digan cuando las cosas no se hacen bien. Nuestros tres diputados no son muchos, pero se ven mucho y han sido imprescindibles.
'Billy el Niño' detuvo y torturó a mi padre
¿Os está cuidando el Gobierno? ¿Hay diálogo con ellos? ¿Cómo es la relación y con quién?
Fundamentalmente con el grupo parlamentario socialista cuando llegan las cosas a la Cámara. Esa relación hay que cuidarla y tiene que ser más intensa, cotidiana y rápida, pero estamos satisfechos. Con nosotros la discusión es sobre el rumbo. Creemos que en algunas cosas es correcto, y en otras cosas hay que atreverse, ser más ambicioso. Como tenemos unas derechas que se haga lo que se haga van a poner el grito en el cielo, pues que sea por algo que valga la pena. Creo que esta legislatura va a ser más estable y larga y hay una inmensa oportunidad.
En estos primeros días de Gobierno, todos los políticos y periodistas están atentos a las referencias del Consejo de Ministros para ver los nombramientos. ¿Te han ofrecido algo?
No, no. Se especuló mucho con eso incluso antes de las elecciones y después. No me han ofrecido algo.
¿Más País es un proyecto a largo plazo y lo veremos presentándose teóricamente a las elecciones de 2023?
Sí, Más País es un proyecto a largo plazo. Hemos recibido 600.000 votos, 600.000 confianzas de 600.000 españoles que para nosotros son muy valiosas. Tengo la sensación de que no recogen todas las simpatías hacia nosotros. Que hay mucha simpatía que cuando tuvo que ir a votar, en un clima en el que mucha gente no lo hacía por la ilusión sino por el miedo a que ganaran los otros, concentró el voto en lo que estaba más seguro que obtuviera más representación. Pero ese caudal está ahí, tiene mucho recorrido y hay que trabajarlo. Ahora bien, creo que no hay cometer los errores del pasado y no empezar la casa por el tejado, sino por los cimientos. Hay que empezarla por el territorio lentamente y con una voluntad federal y de construir organizaciones habitables y amables. Una organización que reparta el poder, que desconcentre y que permita que el talento fluya. En las organizaciones más verticales la mayor virtud que puedes tener para ascender es la obediencia, pero eso no te permite fichar a gente buena o promover talento. Y se tiene que acabar eso de que todo lo que se cree en Madrid se exporte a España, el federalismo lo entiendo como una cosa que se construye desde abajo.
Más País es un proyecto a largo plazo
Dices lentamente pero el calendario electoral español es endiablado. En breve vamos a tener elecciones catalanas. ¿Habrá Más Cataluña?
En coherencia con lo anterior, no tenemos que ser desde Madrid los que decidamos, sino quien esté más cerca del territorio.
Sánchez y Torra han acordado iniciar este mes la Mesa de Diálogo, ¿alberga algún tipo de esperanza de que se llegue a algún tipo de pacto a medio y largo plazo? A corto, hasta el propio presidente, cree que es imposible.
A medio o largo, largo. Creo que es una buena noticia que hayan hablado. ¡Manda narices que que se reúnan el presidente del Gobierno español y el de la Generalitat sea un hecho tan noticiable! Y lo es porque estamos acostumbrados a una anomalía. Es bueno que la Mesa de Diálogo eche a andar. Es ya evidente para amplios sectores de la población, no solo catalana, que los dirigentes independentistas presos tienen que estar en la calle lo antes posible. Hay que trabajar para que se acabe esta anomalía de que estén presos porque no se acerca a ninguna solución. Está haciendo que Europa nos saque los colores. Hay que avanzar en el sentido de paliar sufrimiento, de acercar la posibilidad de que se pueda hablar. No va a haber soluciones a corto plazo, se han separado emocionalmente mucho las sociedades catalana y española, cualquier pacto va a tardar, pero no vale otro camino y algún tipo de acuerdo que luego tenga que refrendar la sociedad catalana.
Vivimos una especie de Matrix político. Hay una parte, con el PP, Cs y Vox, que dice que Torra no es presidente de la Generalitat y el Gobierno sigue manteniendo que sí, como los letrados del Parlament. ¿Es Torra el presidente de la Generalitat?
No soy jurista, pero jurídicamente hay una situación curiosa: le suspenden de diputado y él pudo ser elegido porque lo era. La Junta Electoral, que está yendo demasiado lejos en algunas cuestiones, no aclara si el hecho de dejar de ser diputado le suspende de su condición de president. Y mientras eso no suceda, lo cierto es que lo es y comanda un Gobierno. Esa situación les puede gustar más o menos y creo que Torra hay cosas que ha hecho muy mal, pero mientras lo sea tiene que haber relación normal entre las instituciones. Lo dicen unas fuerzas que cuando gobiernan, como en Madrid, se dedican a tensar al máximo las relaciones entre comunidades. Por ejemplo, convirtiendo Madrid en una especie de paraíso fiscal que hace una guerra fiscal al resto de autonomías, que lo pasan muy mal.
Uno de los temas de política nacional ahora es Venezuela. ¿Tiene que dimitir el ministro José Luis Ábalos por el encuentro en Barajas con la vicepresidenta de ese país, Delcy Rodríguez?
No, pero tiene que tomar nota porque ha sido un episodio un poco surrealista. Hubiera sido más fácil que lo explicara, y no me parece mal que se reúna. Muchas instituciones del Estado tienen relación con Arabia Saudí o jugamos campeonatos en países donde no se respetan los derechos humanos. Esa cosa de no decirlo, para que luego no te pillen para que luego… Da una imagen que se puede mejorar mucho. No creo que sea gravísimo, el PP ha puesto el grito en el cielo y está en su derecho a hacerlo.
Los ciudadanos cuando ven el telediario noticias sobre Venezuela se preguntan quién es el presidente: Nicolás Maduro o Juan Guaidó. ¿Quién lo es para ti?
Nicolas Maduro. Eso no significa que la situación en Venezuela esté bien, en muchos aspectos es desastrosa. Pero el presidente tiene que pasar por las urnas y es evidente que Guaidó es uno de los líderes de la oposición, pero no preside nada. Es una persona afín a las ideas del PP, Cs y Vox, está en su derecho. Habrá elecciones, deseo que sean cuanto antes y que sean limpias, transparentes y con todas las garantías y que el que reciba más votos pueda formar Gobierno asumiendo que la otra parte del país tiene plenos derechos. Quien lo están diciendo de forma más sensata es el expresidente Zapatero.
Ábalos no debe dimitir, pero tiene que tomar nota
Cuando te ataca la derecha, siempre es el con el tema de Venezuela. ¿Te arrepientes de alguna declaración que hayas hecho sobre el tema?
No creo que tanto como arrepentirse, pero hay cosas que las ves de forma diferente y que hay que explicar. Durante mucho tiempo ha podido haber ciudadanos españoles que creían que para nosotros la situación de Venezuela podía ser un referente y que queríamos que las cosas sucedan allí. Y si tienen esa duda, es bueno explicarlo, que no quiero para mi país la dirección que hay en Venezuela. Cada vez funciona menos utilizarlo como espantapájaros para airear miedo. Pero puede haber una duda razonable para mucha gente sobre si será el modelo de país al que quieren caminar. Rotundamente no.
¿Cuál es el momento político más difícil que has vivido? ¿Y el mejor?
Ha habido muchos de los dos. Es posible que uno de los momentos más difíciles para mí fue una Nochebuena con una campaña en Twitter de miembros de lo que antes era mi partido de Íñigo Así No. Sabía que ya había muchas diferencias y una cultura interna en la que eran muy penalizadas, pero una cosa es saber las cosas por la cabeza y otra cosa es interiorizarlas emocionalmente. Gente con las que has hecho mucho tránsito... y eso es un aprendizaje duro, además en un día que era Nochebuena. Ahora lo veo con mucha distancia, pero en su momento fue desagradable de vivir.
¿Y de los mejores?
No es muy épico. Pero lo viví esta semana: con militantes nuestros en Carabanchel, Latina, Moratalaz, Vallecas… fui a rendir cuentas, a explicar y preguntar qué habíamos hecho mal y qué hay mejorar. Vino una señora, luego se me acercó, me dio un beso y me dijo ‘me siento muy orgullosa de que me representes ahí, te agradezco que hayas dado el paso’. Quiero volver un poco a una política de lo pequeño y esto te da mucha fuerza. Ha habido cosas muy hermosas. La política implica muchas cesiones y renuncias, es un oficio duro, pero poder representar ideas que te apasionan es un privilegio. Antes contaba lo de Billy el Niño, quién me iba a decir que de repente iba a estar una situación de hacerle justicia a una situación que vivió mi padre cuando tenía menos años que yo. Son cosas que honran el ejercicio de la política día a día.
La situación de Venezuela en muchos aspectos es desastrosa
Fuiste uno de los grandes rostros del 15-M, del surgimiento de Podemos… ¿Y cómo es el Íñigo Errejón de 2020?
Veo las cosas con algo más de distancia, no siempre la mayor implicación emocional produce más eficacia. Y, sobre todo, creo que lo veo con una percepción más larga. La política es larga y tienes que pensar en lo que va a pasar la semana que viene pero también mucho más allá. Venimos de una temporada de mucho cortoplacismo y hay que tener la capacidad de levantar la mirada. Y le concedo cada vez más importancia a la selección de los compañeros y los equipos, trabajar con gente con la que estés a gusto, con la que te quieres y te respetas intelectualmente. Es una garantía de que las cosas se hagan mejor.
¿Te pones fecha de caducidad para la vida política?
Sí, pero no te sabría decir cuál. Disfruto mucho con cosas que no están relacionadas directamente con la vida política. He sido feliz escribiendo el libro. En la presentación es posible que me ponga más nervioso que cuando suba a la tribuna del Congreso. Para mí es un recordartorio de que qué tipo de tareas me hacen feliz y he descuidado este tiempo. Me gustaría ahora compatibilizar más. Creo que viene ahora un tiempo para nosotros presidido por las tareas del combate cultural y de la renovación intelectual y del trabajo organizativo. Es una legislatura apasionante que se pueden hacer cosas pero va a haber que empujar y tener la audacia para empujar y no conformarse sólo con chocar con la derecha y resistir a los embates, sino con mirar más lejos por una España más justa y más sostenible.
Hace unos meses Pedro Sánchez declaraba que no podía dormir si había ministros de Unidas Podemos, decía las medidas más duras posibles contra el independentismo catalán, da un bandazo durante la investidura… ¿Qué análisis haces del presidente del Gobierno?
Tengo que decir que apenas le conozco personalmente. Es muy difícil analizarlo así, lo personal cuenta mucho.
¿No te animó a que presentaras Más País? ¿O Iván Redondo?
A Pedro Sánchez lo conozco un poco, a Iván Redondo nada. No, no, me animó que muchísima gente me decía que teníamos que dar el paso hacia adelante y que había que atreverse. Nos atrevimos y mantuvimos la apuesta hasta el final.
Pedro Sánchez…
No lo conozco. Pero en política a veces da un poco igual si las cosas se hacen más por creencia que por necesidad. Lo importante es que se hagan. En 48 horas se llegó a un acuerdo al que se podía haber llegado desde enero de 2016. ¿Se llegó por una súbita convicción de los líderes políticos del PSOE y de Podemos de que el acuerdo era posible o solo por necesidad y la conciencia de que si íbamos a terceras elecciones Vox arrasaba y la abstención seguía perjudicando al voto progresista? No lo sé, tendría que haber estado en esas conversaciones. Pero el efecto político da un poco igual, es decir, hoy tenemos un buen resultado. Nos hemos dejado mucho desgaste por el camino, han pasado muchas cosas que no deberían haber sucedido y hoy este Gobierno nace menos fuerte que si hubiera sido hace un año o tres. Pero ha nacido y ahora hay que exigirle que avance. Si son cambios de opinión, me parecen bien. Le hace mejor a España este Pedro Sánchez y mientras se mantenga este, podrá contar con nosotros.
Uno de los momentos más difíciles para mí fue una Nochebuena con una campaña en Twitter de miembros de lo que antes era mi partido
¿Va a desaparecer Ciudadanos?
Tiene una decisión que tomar. Si sigue siendo sólo y exclusivamente comparsa del pack PP-Vox, puede quedar triturado. No sólo por lo que haga en el Congreso y en las próximas elecciones en Cataluña, en los sitios donde mantiene gobiernos del PP la jugada le ha salido muy mal. En Andalucía, Murcia y Madrid ha habido dos beneficiarios: el PP, que ha podido seguir en las instituciones con serios problemas de corrupción, y Vox, que ha conseguido dictaminar la agenda y poner en aprietos a todos estos Ejecutivos. Nosotros a Cs en Madrid les ofrecimos un acuerdo y hubo gente de la izquierda que nos criticó, pero es que la otra opción era PP-Cs-Vox. Sentarse sólo a quejarse nunca ha sido una buena idea. Cs se obsesionó en un momento dado con su sorpasso al PP y esa palabra siempre trae mal fario. Cada vez que alguien la ha dicho ha ido peor. Al mismo tiempo que se obsesionaba le regalaba al PP el Ayuntamiento de Madrid y la Comunidad. Decía que lo quería superar pero lo alimentaban e insuflaban fuerzas. El PP trata hoy con displicencia a Cs, casi como si fuera una especie de filial. Si Cs no corrige la posición, puede quedar absorbido en el bloque reaccionario y muchos españoles se preguntarán qué sentido tiene.
De estas pocas sesiones, ¿quiénes son buenos oradores? ¿De quién crees que puedes aprender o gente con la que no estás de acuerdo pero te gusta su forma de hablar?
Empiezo por lo que es menos elegante: nunca había trabajado directamente con Inés Sabanés y da gusto. El otro día, por ejemplo, escuché a la ministra de Hacienda, María Jesús Montero, y suelo estar muy de acuerdo con las cosas que dice y cómo las dice. Tomo nota de cómo las explica. Deberíamos entrar todos a esta Cámara obligándonos a no dar por sentado que el otro no te va a convencer, debería tener más deliberación. No renunciemos a que eso pueda pasar. Parlamentemos, porque la gente lo hace en su vida cotidiana.
¿Cómo surge la idea del libro? ¿Y por qué con el vicepresidente de Bolivia?
Para mí siempre ha sido un referente intelectual de primer orden del que he aprendido mucho. He tenido el lujo de poder conversar muchas veces. Antes, en términos académicos. Y en los últimos años esas conversaciones se iban moviendo y mezclaban lo teórico con lo práctico. Me interesaba mucho tener un diálogo en un libro elaborado entre los dos que se moviera en los dos ámbitos. Una discusión de dos personas que aportan material intelectual y lo pensamos con los pies y compromisos políticos concretos. Básicamente preguntarnos por qué los privilegiados mandan casi siempre y qué tiene que pasar para que dejen de hacerlo, cómo son los posibles recorridos de transformación en el Estado. Ha sido un gustazo. Lo que no me esperaba era sacar el libro y que el vicepresidente ya no lo fuera.
La palabra 'sorpasso' siempre tiene mal fario
¿Cómo está la situación política en Bolivia?
Un golpe de Estado a un Gobierno elegido democráticamente y ahora hay una presidenta a la que no ha elegido nadie que va a convocar unas elecciones. Y habrá que esforzarse para que sean lo más limpias posibles. Después de catorce años de Gobierno del Movimiento al Socialismo, con unos magníficos resultados económicos y sociales y en un marco de democracia, ahora hay un Ejecutivo no elegido. Espero además que el Gobierno frene su actual furia revanchista contra las clases populares, los indígenas y los movimientos sociales. También va a servir para que midamos cuánto de duraderos son las cambios de un Gobierno transformador.
¿Se pueden dar revoluciones todavía en el mundo de hoy?
No existe tábula rasa, no existe un día en el que de repente le das al botón de reset, todo cambia y empiezas de cero. Los cambios siempre se escriben con la tinta del pasado y aunque tú quieras escribir un libro nuevo, lo escribes con los materiales humanos y culturales que heredas del pasado. Así que me seduce más la idea de que las fuerzas transformadoras no piensen en un día que lo va a cambiar todo en la historia, sino que piensen en gestionar el mientras tanto. Asumamos que cada generación tiene que empujar las cosas y dejar las condiciones lo mejor que pueda para que después venga otra y lo mejore. Eso es una garantía de libertad.
Hay vida fuera de la política. Recomienda a los lectores lo que estás leyendo, series de tele y las últimas películas que has visto. La guía del ocio de Errejón...
Estoy leyendo dos cosas a la vez, siempre suelo leer una cosa más de ensayo y otra más ligera. Una esMáter Dolorosa, que es una obra espectacular del historiador Álvarez Junco sobre cómo nace y se desarrolla la idea de nación en el siglo XIX español. Hace mucho tiempo que me empecé a obsesionar con ese siglo, ahí están muchas de las causas del desarrollo de nuestro siglo XX y hay muchas claves del ser de España actual. Tiene esa virtud de escribirlo muy bien, muy ilustrada y muy amena a la vez. Al mismo tiempo: Bass Culture, sobre la historia de la música jamaicana. El espectacular y muy particular terreno social y cultural jamaicano de finales de los cincuenta y principios de los sesenta que produce una verdadera expresión que cambia en muchos sentidos la historia de la música. De series, acabo de terminarBreaking Bad. No está mal, pero es verdad que todo va tan rápido que ahora se te hace un poco lenta. Y estoy viendo Sex Education, que no me está gustando muchísimo, es Al salir de clase avanzado, un poco más explícito. Entretiene, pero estoy un poco huérfano de series. La última película que vi es Los miserables, es como La Haine, pero con menos romanticismo y sin paternalismo. Muy honesta y muy cruda.